A lo largo de la semana nos hemos encontrado con una gran sorpresa en el ámbito de la política internacional. El jueves se celebró en Londres una conferencia internacional al más alto nivel político, en la que se analizó la nueva alternativa de Occidente para la estabilización definitiva de Afganistán. La iniciativa, que al parecer corre a cargo de los EE.UU., es secundada por la UE y la ONU y tiene como novedad fundamental la intención de lograr un acuerdo político con los talibanes moderados o que no tengan conexión directa con Al Qaeda.
Aunque parezca mentira, la estrategia para lograr un acuerdo con los que hasta no hace mucho eran adversarios a muerte, se asienta en la inversión de una importante cantidad de dinero en suelo afgano. De hecho se habla de cerca de 350 millones de euros en los próximos cinco años. La intención de los líderes mundiales es convencer a los talibanes más moderados de que existe otra opción para salir adelante. Y es que “la mayoría de los combatientes luchan por motivos económicos”.
En este marco, la función básica de las fuerzas armadas internacionales desplazadas a suelo asiático será separar a los islamistas radicalizados de aquellos que simplemente luchan por dinero. Con una mayor presión militar se espera que muchos de estos últimos talibanes negocien su situación. Por lo menos esta es la opinión del jefe de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), el general norteamericano Stanley McCrystal.
Sin embargo, la sorprendente alternativa no será fácil de llevar a cabo. Y es que la opinión talibán, hecha pública por el Consejo de Mando, ya ha sido negativa desde un primer momento. Descartan negociar. Veremos en los próximos meses si el dinero de Occidente consigue acabar con lo que no han podido las armas. Esperemos que sea así. Si no, la situación se estaría enquistando sobremanera, y eso solo interesa a un grupo: Al Qaeda. Hasta otra compañer@.
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