viernes, 26 de febrero de 2010

Escribir

La lámpara, que siempre me acompaña a partir de las seis de la tarde, cada vez da más calor. El bolígrafo negro espera abierto sobre el cuaderno. Los dedos, impacientes, no saben dónde situarse. Pasan los minutos y no me viene nada nuevo a la cabeza. El desorden me amenaza y multitud de ideas negativas comienzan a pasarme por el pensamiento. Así no puedo, está claro.

El momento es cada vez más estresante. El tiempo se detiene y con él todo lo que me rodea. “¿De qué narices voy a escribir yo hoy?”, me pregunto por decimoquinta vez. Abro los periódicos, internet, algún que otro libro…pero nada. Es imposible. No encuentro ningún tema que consiga llamarme la atención.

Todo comenzó aquel domingo por la tarde. Nada me intrigaba y mi cabeza se encontraba a la deriva en un mar de recuerdos. Por mucho que intentara salir de ahí, no lo conseguía. Recuerdos y más recuerdos que fueron cubriendo el día a día con una neblina gris y monótona.

He de ser sincero. Las primeras tardes desistí. No pasaba más de cinco minutos delante del ordenador y tras echar la mirada atrás, me levantaba y me marchaba a dar un paseo. Luego fueron llegando los días en que tenía ganas de sentarme y contarte algo, pero en los que no encontraba la tecla mágica que me hiciera comenzar el relato.

Y en estas estoy. No sabía cómo vencer a mi enemigo y al final, creo, me he unido a él. No sé si será la manera de vencer esta apatía, mañana lo veré, pero he pensado que contándote lo que sentía me encontraría mejor. Sé que esto no es un resumen de la actividad política del día, ni mucho menos un análisis de las últimas palabras de Chávez, pero necesitaba contarte esto. Estoy seguro de que lo entenderás. Hasta otra compañer@.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Se vende pueblo. Razón en portería


Bien situado, con centro comercial, escuela y (¡toma ya!) dos nightclubs. Totalmente desalojado y cerquita del “calentito” Mar Báltico. Cuando pensé que ya lo había visto todo con la venta de los transbordadores espaciales de la NASA, van los letones y superan cualquier venta hecha hasta ahora. Si compañer@. Te cuento, que esto no ha hecho más que empezar.

Letonia, al igual que la inmensa mayoría de los países del planeta, está pasando por la crisis más feroz de los últimos 80 años. Sin embargo, las autoridades letonas no han escatimado en recursos para salir de la situación crítica en la que se encuentran. Si hace falta, vendemos hasta las piedras, debieron pensar minutos antes de poner en venta la ciudad fantasma de Skrunda-1.

Esta ciudad, deshabitada en la actualidad, se fundó en los años de la URSS alrededor de una base militar que contaba con los radares necesarios para poder detectar cualquier lanzamiento de misiles norteamericano contra territorio soviético. Con la caída del Muro y la posterior desaparición de la Unión Soviética, los habitantes de Skrunda-1 fueron abandonando la ciudad hasta que quedó totalmente vacía.

Con la intención de atraer inversores y recaudar dinero, el gobierno letón ha llevado a cabo una serie de privatizaciones. Entre ellas la venta de Skrunda-1. Hasta aquí, la primera parte de la historia. Ahora falta el segundo protagonista: Rusia.

Y es que la ciudad perdida de Skrunda-1 ha sido comprada por unos inversores, pero no letones, sino rusos. Según informó la agencia de privatización estatal (cito textualmente) se desconoce las intenciones de los compradores. Eso sí, esperan que no haya fines ideológicos en la compra y, por encima de todo, los inversores tendrán que respetar las leyes letonas, no hay motivo de preocupación.

Pues nada. Ahí queda eso. Pero vamos, estoy viendo que un día de estos Zapatero nos vende Peñalara al mejor postor. ¡Como está deshabitada! Hasta otra compañer@.

martes, 9 de febrero de 2010

¿Contrato de integración o medidas separatistas?


El gobierno francés, con el primer ministro François Fillon a la cabeza, hizo público ayer, a raíz del debate sobre ¿Qué es ser francés?, la intención de implantar un contrato de derechos y deberes para todos aquellos inmigrantes que quieran obtener la nacionalidad francesa.

El citado contrato contaría, en principio, con una serie de medidas como son: darle mayor solemnidad a la ceremonia en la que un extranjero adquiere la nacionalidad francesa; reforzar la enseñanza de las materias cívicas en la escuela; colocar en todos los colegios e institutos la bandera tricolor; exponer en todas las clases una Declaración de los Derechos del Hombre; o la estimulación del francés en los extranjeros.

Estas no serían las únicas medidas, ya que se ha creado una comisión de expertos que elaborará una nueva lista de disposiciones. Aunque pueda parecer algo novedoso, este contrato de derechos y deberes no es algo nuevo en la Europa de nuestros días. Alemania cuenta con varias pruebas, entre las que destaca un examen de 33 preguntas o, excepto para los ciudadanos de la UE, la renuncia de la nacionalidad de origen de aquel que quiera ser alemán.

Por su parte, Italia y el Reino Unido han instaurado un carnet por puntos. En función de los conocimientos, de la edad, de la capacidad adquisitiva se obtienen los puntos. En el país alpino, en especial, se hace un seguimiento continuo de los conocimientos de los extranjeros, ya que se les hace pasar una prueba cada dos años.

Sin duda, el tema que estamos tratando obliga a ser cautos, y por encima de todo muy sensibles. Y es que la ausencia de tacto y responsabilidad a la hora de instaurar una serie de pruebas puede hacer que nos encontremos con medidas más cercanas al racismo y la separación que a la integración y bienestar social de los habitantes.

Es por ello que la implantación de este tipo de contratos debe contar con un consenso absoluto en los parlamentos, y por supuesto, coherencia en sus contenidos. No se puede pedir a un ciudadano extranjero lo que no se pide a los ciudadanos naturales del país. De hecho, creo que alguna de las medidas vigentes en Italia, Reino Unido o Alemania se aleja preocupantemente de la integración que antes citaba. Una vez dicho esto, creo en el lado positivo del contrato de derechos y deberes como base para la mejor integración de los ciudadanos extranjeros. Hasta otra compañer@.

viernes, 5 de febrero de 2010

¡Hay que renovarse vieja amiga!


El mundo cambia. El arte, el cine, el deporte, las sociedades; prácticamente todos los ámbitos de la vida sufren variaciones con el paso del tiempo. Y la política no iba a ser menos. Podemos decir que el panorama mundial sufrió un cambio drástico con la llegada de Barack Obama a la presidencia de los EE.UU. Un punto y aparte con el que comenzábamos una nueva etapa. Dejando atrás el control del mundo por parte de los EE.UU., Obama solicitaba a todos los líderes políticos la puesta en marcha de un nuevo liderazgo marcado por el multilateralismo.

Esta nueva etapa, que se abría paso con el beneplácito de la opinión pública, coincidía en el tiempo con la eclosión definitiva de una serie de países. China, el gigante asiático, abría sus puertas al capitalismo y, pese a continuar siendo un régimen autoritario, lucharía cada vez más cerca de los EE.UU y Rusia. Además, una serie de países, los denominados emergentes (Brasil, India o Sudáfrica) alzaban su voz en el ámbito internacional.

Dentro de este cúmulo de cambios, nos toca analizar la Unión Europea. Los veintisiete veían con la llegada de Obama la oportunidad de dar el salto político definitivo. Ser uno de los líderes, como potencia política, que tirara del carro del desarrollo y la evolución mundial. Pero la realidad nos ha puesto en nuestro sitio. Pese a tener una de las monedas más estables, carecemos de otra serie de características fundamentales para liderar el cambio:

- Excesiva burocracia en torno a Bruselas.

- Ausencia de una cabeza visible de la Unión. Está el presidente del Consejo Europeo, el presidente de la Comisión Europea, el presidente del país que preside la Unión cada seis meses y el PESC (Alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión).

- La eterna discusión de si debe o no ampliar sus fronteras con la inclusión de más países.

- La siempre inoportuna independencia de sus países a la hora de posicionarse en diversas materias como es la política exterior.

- Lucha de egos, como pudimos ver ayer mismo con la frase rotunda del presidente francés Sarkozy (“Simplemente, queremos una Europa fuerte desde el punto de vista político y para que Europa sea fuerte desde el punto de vista político, Alemania y Francia deben trabajar juntos”).

A todo esto le sumamos el primer “toque internacional”: la negativa de Obama a visitar Madrid en la próxima cumbre UE-EE.UU. que se celebrará en Madrid. Una cumbre a la que Sarkozy dejaba por los suelos asegurando que “hay demasiadas cumbres, demasiados desplazamientos, demasiadas pérdidas de tiempo”.

Poco más que decir. El tiempo pasa, y los cambios continúan su curso. Europa debe, por su historia, valores y peso específico, estar en el grupo delantero. No vale ser menos. Y para ello, ¡hay que renovarse vieja amiga!. Hasta otra compañer@.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Reforma del sistema de pensiones

En el año 2050 se espera que el 30 por ciento de la población en España tenga más de 64 años. Esto se debe fundamentalmente a dos variables: por un lado, la esperanza de vida de los españoles aumenta de manera muy rápida; y por otra parte, la tasa de natalidad se ha desplomado y las perspectivas no indican una variación en la tendencia.

Si dentro de 40 años, incluso antes, no variamos nuestro sistema de pensiones (cotizaciones a la Seguridad Social, pensiones, prejubilaciones, etc…) la situación será insostenible. Vamos, que no se podrá hacer frente económicamente a la situación. Es por ello que el Gobierno ha tomado una serie de decisiones que afectan de manera directa a todos los trabajadores.

En principio, la reforma más impopular consiste en el aumento de la edad de jubilación de los 65 hasta los 67 años. Pero hay otras. Entre ellas destacan el aumento de la edad mínima de prejubilación (antes estaba en los 52 años, y pasaría a estar en los 58 años); eliminación de las pensiones vitalicias de viudedad (sustituirlas por una indemnización o una prestación temporal); así como elevar el periodo cotizado que se tiene en cuenta para determinar la cuantía de la pensión (de 15 años pasaríamos a 20, lo que disminuiría sustancialmente la cuantía de las pensiones).

Las reacciones ante las medidas prefijadas por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no se han hecho esperar. En esta ocasión, el Banco de España y la CEOE están de acuerdo, mientras el resto de partidos políticos y los sindicatos critican la medida. Sin embargo, la queja gira más en torno a las formas que al fondo de la cuestión.

Todos los partidos, excepto IU creen necesario una variación del sistema. De hecho el Partido Popular propone alguna de las medidas que han hecho públicas los socialistas. ¿En que están en contra entonces? En que la decisión se haya tomado sin un consenso previo. Un consenso que siempre había existido previamente en toda remodelación de la Seguridad Social desde la firma del Pacto de Toledo.

Si, aumentar la edad de jubilación es una medida poco o nada apreciada por los trabajadores, pero es, si queremos seguir con el mismo sistema de pensiones, una de las decisiones que debía tomar este Gobierno. Una decisión que, no obstante, ha tenido dos graves errores: la sensación de improvisación a la hora de ser tomada y la falta de consenso político a la hora de su gestación. En el fondo es correcta, pero en las formas han fallado. Esperemos que en futuras reformas, que las habrá, aprendan de sus errores. Esto no se puede volver a repetir. Hasta otra compañer@